domingo, 10 de junio de 2007

Nostalgítis Estomacalus.

Eran sus palabras, indecisas, fuertes, indiferentes y del todo apáticas.

Salían de sus labios y golpeaban mi pecho, lo apretaban, intentaban ahogarlo.

En ese momento, y con esas mismas palabras, los ojos se me estrujaban y dejaban escapar lagrimas de dolor, como un golpe en el estomago, como un pelotazo en las bolas.

Pero más que eso era nostalgia. La impresión de sus palabras redoblaban mi estomago de una manera desconocida, se me acababa el aire, no respiraba y solo quería llorar.

Se dio la media vuelta y se alejó caminando tranquilamente.

-No es mi problema- Me dijo- Soluciónalo, a mi no me afecta.

¿Por qué no era capaz de aceptarlo?, me ama, es reciproco. Se le hace difícil la idea de saber que depende de un ser externo a su organismo, y quizás no depende, sino solo necesita de este. En este caso yo.

-Solo quiero saber si me amas, ¿quien soy para ti?- sollocé débilmente.

Pero no contestó. Se limitó a marcharse, y me dejó aquí, sin saber nada, y aun con la nostalgia en el estomago.

domingo, 3 de junio de 2007

Carta de autoestima.

Tenía el cabello negro, oscuro y limpio, con un aroma a belleza.

Ojos cafés, como cualquier ojo, casi la mayoría del mundo por no decir todos. Pero los de él eran diferentes. Profundos, sensuales; pestañas largas y oscuras, como arregladas. Pero el ojo no solo es ojo por como se ve, si no también por como ve. Este era un ojo con una mirada fija, lectora, ojos que saben lo que ven, que distinguen, ojos que cautivan.

Luego de mirarlo tanto a los ojos, me pasé a la parte de su cara más cercana. Una nariz que según él sacó de los Velásquez, una nariz encorvada, casi perfectamente imperfecta, con punta redonda, más bien no muy puntiaguda, tosca, pero a la vez delicada y bien esculpida.

Le sigue una boca moldeada, de un color excitante, se ve que es una boca de besos, con labios abultados, limpias comisuras, y bellos dientes comunes. Esa boca algo me produjo en el estomago. Tuve ganas de besar como nunca antes las había tenido; cerré los ojos y me imagine saltando sobre él, besando sus labios, jugando con su lengua, tocando su cuello y sintiendo su piel. Desperté de mi ensimismamiento y como si no existieran antes, miré su cara completa, compacta, con oreja perfectas, y cejas muy bien dejadas, ojos q combinan con su boca y una sonrisa que le da color a la nariz desde abajo.

Así de a poco me pase a sus hombros fuertes y un tanto cuadrados; hombros que daría origen a unos brazos largos y rellenos, no muy estilizados ni menos ejercitados, con codos lisos, suaves; antebrazos delgados y firmes, sin rastros de venas azules en su interior. Como desearía ser tomada en esos brazos, tocada por esas pequeñas manos, de dedos cortos y un tanto regordetes, no feos en lo absoluto, eran hermosas manos, uñas limpias y sin mugres.

Pero basta de imaginar cosas.

De sus manos, paso a su torso. Este no es un hombre de un físico gimnástico ni mucho menos, pero aun así me gusta, con un torso poco estilizado y con sus kilos de sobra, no muchos claro está, pero kilos que lo hace ser sensacional.

Piernas duras, sin pelones, ¿piernas duras?, si no corre ni se ejercita, debe de ser un buen bailarín, con pantorrillas apretadas y muslos grandes.

Su voz es grave, suave como con miel, y su apariencia rica, me hace sentir bien.

Es un hombre bello no es el estereotipo de hombre guapo, pero si mi estereotipo de hombre perfecto.